Adios Antonio Mingote
Desde el fatídico Martes Santo en que el genial Antonio Mingote nos dejó, el humor gráfico español se siente huérfano. Padre y maestro para muchos de nuestros dibujantes, se convirtió en referente indiscutible de sus trabajos. Son muchos los que aprendieron durante las seis últimas décadas de su buen hacer a diario desde las páginas de ABC, de su estilo —tierno, pero al mismo tiempo incisivo—, de sus «editoriales» dibujados con tanta pasión como ingenio.
Así lo reconocen muchos de los dibujantes en las viñetas aparecidas estos días en los principales medios de comunicación del país. De todos los homenajes que se le han rendido esta semana a Mingote, a buen seguro el de sus colegas es el que más ilusión le habría hecho. Hubiera esbozado una sonrisa al ver sus trazos, al leer sus cariñosos textos, pensando qué había hecho él para merecer esto.
Forges recuerda con emoción en un dibujo enviado a ABC el lápiz con goma que, siendo niño, le regaló el maestro. Días antes, dibujaba en «El País» a Dios exclamándole a Mingote, que se pasaba el cielo de largo: «¡Antonio, que es aquí!». La misma idea de la llegada de Mingote al cielo la vimos en la viñeta de Idígoras y Pachi en «El Mundo». En este caso, no llegaba solo, sino acompañado de sus inmortales personajes.
En este mismo diario le han rendido también homenaje Gullermo, Ricardo... Desde los diarios del grupo Vocento han querido despedirse del maestro nombres como Puebla, Ramón, Pinto & Chinto, Sansón, Emebé...Se intuye mucha lágrima derramada ante el folio en blanco, mucho dolor. Difícil, en cualquier profesión, recibir un homenaje unánime de todos los colegas. Mingote puede estar satisfecho. Sus compañeros le respetan, le quieren y le echan muchísimo de menos.
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